martes, 29 de mayo de 2012

Resident Evil 2

Leon Scott Kennedy

No estoy muy seguro de a donde nos dirigimos, aun debo encontrar un sitio seguro para poder esconder a Sherry y a mi hermana, y de esta forma, continuar con mi objetivo; eliminar a Umbrella de la faz de la tierra. Así es, llevaba bastante tiempo retirado, quería tener una vida normal y corriente, mi hermana y yo acogimos a la pequeña y la criamos como si fuera una mas de la familia. Todo marchaba estupendamente. En los medios de comunicación repetían una y otra vez la exterminación absoluta del virus T, sin embargo siempre he sabido que eso no era del todo cierto.

Nos mudamos a Londres, una gran ciudad a la que la infección no había llegado, pero no tardó mucho en aparecer por allí. Los rumores empezaron a extenderse a través de los ciudadanos de todo el mundo, solo se hablaba de América, al parecer era allí donde había vuelto a surgir el brote del virus. Poco a poco la gente se fue calmando, ya que no estaba comprobado y no hacían más que negarlo, pero pronto nos vimos envueltos en el mismo problema…

Apenas eran las cuatro de la mañana, cuando Leon, su hermana, Sarah y Sherry dormían en su acogedor chalet, cerca de las afueras de la ciudad. Sin previo aviso y sin saber muy bien por que, la pequeña se levantó de su cama, cerca a la de Sarah y salió de la habitación andando lentamente. Una cortina de sudor escurría por su frente, había tenido otra pesadilla.

No era la primera vez, se podría decir que el hecho de haber permanecido huyendo sin cesar de esas criaturas la había traumatizado de por vida. Cogió un baso del armario y lo llenó de agua fría del grifo, después, como hacía siempre que le ocurría lo mismo, se asomó a la ventana del salón y corrió un poco la cortina, lo suficiente como para poder observar las tranquilas calles, sin ser vista.
Intentó tranquilizarse todo lo que pudo, sin dejar de repetirse que nadie ni nada podría hacerle daño, que estaba a salvo allí.
Cerró los ojos y suspiró, cuando los abrió de nuevo, echó un último vistazo a la oscuridad bañada por la luz de la luna, cuando un movimiento que no vio con claridad la dejó perpleja. Se frotó un poco los ojos pensando que serían la razón de haber visto algo que no tenía sentido, sin embargo, sus ojos no mentían. Al presenciar la figura de uno de sus vecinos tambaleándose por la carretera. Lo más increíble era el hecho de que no pudiera estar ebrio, pues era un anciano de unos 78 años que no consumía alcohol.

Asustada, dio un paso hacia atrás dejando que el baso de cristal resbalara por sus delgados y pequeños dedos, estrellándose contra el suelo y convirtiéndose en miles de trocitos brillantes.

Leon se despertó al oír el ruido seco de un objeto cayéndose, el haber trabajado de policía le venía muy bien en casos como ese, se levantó en un segundo y con sus bóxer blancos y su fina camiseta de tirantes, salio corriendo hasta donde se encontraba Sherry.

-¿Estas bien? ¿Qué ha pasado?- le susurró agachándose hasta ponerse a su misma altura y ayudándola a levantarse.

-Los he visto Leon- respondió ella temblando y con  lágrimas en sus ojos.

-¿Qué es lo que has visto?- sabía exactamente a lo que se refería la niña, siempre supo que ese día llegaría, es muy difícil deshacerse de un virus tan poderoso como ese, hacía falta algo mas que destruir Raccoon City, algo mas que poner en cuarentena a los habitantes.

-El virus……..ha vuelto- sollozó, Leon la abrazó hasta calmarla, repitiéndole que no dejaría que le pasara nada, y que todo se solucionaría.

Cogió a Sherry de la mano, y la llevó a su habitación a oscuras, le susurró al oído que hiciera su maleta y mientras ella hacía lo dicho, Leon despertó a su hermana poniéndola al día con un breve resumen de todo.

-Tenemos que salir de la ciudad cuanto antes, los zombies nos encontraran y no pararan hasta cogernos- le explicó, tenía suerte de que su hermana le hiciera caso sin poner pegas, no todo el mundo se creía ese tipo de cosas. También lamentaba haber mentido a Sarah diciéndole que Sherry era una niña abandonada que había rescatado en una de sus misiones. La organización Umbrella consiguió esconder lo ocurrido en Raccoon City, de tapadera utilizaron algo así como un misil potente con el que estaban haciendo pruebas que se les escapó de las manos. Pero, por desgracia  esos terroríficos recuerdos no se los quitaba nadie.

-No entiendo muy bien de que va todo esto de los zombies, pero pareces muy seguro, así que te sigo- se unió a la niña y juntas metieron en dos pequeñas mochilas algo de ropa y comida.

Leon por otra parte, se puso unos pantalones vaqueros, una camiseta negra y su chaqueta más cómoda, esa noche sería muy larga. A diferencia de las chicas, el no preparó nada de ropa, cogió una pequeña llave oxidada que guardaba en el segundo cajón de su cómoda y se dispuso a abrir una estrecha despensa situada en medio del pasillo. Nunca antes le había enseñado el contenido de ella a nadie, incluso el llevaba bastante tiempo sin verlo.
Tiró de la fina cuerda atada a la bombilla que colgaba del techo, proporcionando algo de luz al pequeño lugar, lleno de todo tipo de armas por todos los lados, con cuidado, empezó a seleccionar las que se llevaría con el.

Sabiendo que quizás tendría que deshacerse de muchos enemigos se hizo con una bolsa oscura y la llenó por completo con todo lo que estuvo a su alcance. Por otra parte se colocó alrededor de la cintura un ancho cinturón, con tres ranuras, en dos de ellas puso dos pistolas y en la última de una magnum blanca. Los dos bolsillos de sus pantalones los llenó de balas, para finalizar cogió alguna linterna, su preciada navaja que no podía faltar cuando salía de casa y un rifle de combate que situó en su espalda.

Una vez listo se dirigió a la cocina donde su hermana y Sherry habían acabado de recolectar toda la comida que se podía consumir sin tener que cocinarla antes.

-Bien, saldremos por la parte trasera, yo iré delante, luego Sherry y detrás Sarah, haréis todo lo que yo haga, seréis como mi sombra, y pase lo que pase no os detengáis ni hagáis ningún tipo de ruido.
Leon le tendió a su hermana una de sus pistolas, pensando que seguramente la podría utilizar en caso de emergencia.

-¿De verdad es para tanto? Ni que fuera una película de miedo- dijo Sarah, recordaba haber oído algo sobre un virus y muertos vivientes que devoraban a personas, a ella le fascinaban esas cosas, pero ¿para tanto era aquello? Aunque sabía que Leon no bromeaba con esos temas y ella creía ciegamente en su hermano.

-Es mucho peor de lo que crees, en lo único que piensan es en alimentarse de carne humana. Si te muerden o incluso si te acorralan pierdes la partida- informó Sherry mirando a través de la cerradura de la llave. Se sentía mucho mejor después de que Leon le dijera esas palabras que llevaba tanto tiempo esperando oír, que le aportaban seguridad, valentía y sobre todo, ganas de seguir luchando.

-Está bien, vamos, salgamos de aquí antes de que sea tarde- cuando todos se colocaron en su lugar, Leon abrió con cuidado la puerta y tras comprobar que nadie se acercaba, salieron en fila india agachados, tras unos arbustos, aguardaron unos segundos, Leon pretendía subirse en su coche para escapar de allí. No había moros en la costa, así que tras hacerles una señal para que esperaran allí escondidas, llegó hasta la puerta del conductor. Tiró de la manilla hacia el pero no consiguió abrir la puerta, en ese momento susurró algo que solo su hermana pudo adivinar se había dejado las llaves del coche en la casa. Sarah con un suspiro entró de nuevo en la casa sin previo.

Leon le susurró varias veces que no entrara, pero su hermana era muy testaruda y no hizo caso. Apuntando con su pistola a todos los lados, pasó el pasillo hasta la puerta principal, allí había un pequeño cesto marrón en el que normalmente guardaban ese tipo de cosas. Se acercó hasta él y busco a tientas, cuando dio con ella, siempre sin dejar de apuntar a todos lados, volvió por el mismo camino por el que había entrado.
De repente, se detuvo en seco, el jarrón de plástico que adornaba el centro del salón había rodado por la alfombra granate de terciopelo, hasta su pie. Se giró en dirección a la habitación para observar los cristales de las ventanas rotos.

Era algo muy raro, no podían haberse roto, ellos no habían oído nada desde fuera, pero su cabeza le decía que no se detuviera a pensar las causas y que saliera de ahí cuanto antes. Su corazón martilleaba en su pecho, estaba a pocos metros de la salida y la puerta estaba abierta de par en par. Dio un par de pasos, cuando la curiosidad la llevó a darse la vuelta, para su sorpresa no había nada detrás, solo el oscuro pasillo de antes.

Una mano se posó en su hombro haciendo que pegara un brinco, se esperaba lo peor, temía darse la vuelta y encontrarse con uno de esos bichos que se había imaginado.
No pudo evitar sonreír al ver el rostro de su hermano tras ella.
Leon en cambio, agarró a Sarah y tiró de ella hacia el, para disparar a la oscuridad.

-¿Qué haces?- preguntó incrédula, allí no parecía haber nada y le daba la sensación de que se estuvieran riendo de ella, haciéndole pasar tanto miedo.

-Mira- dos cuerpos, pertenecientes a sus vecinos, se desplomaron en el suelo, sin volver a mover un solo músculo. Sarah se llevó las manos a la boca, horrorizada, nunca se hubiera imaginado ese tipo de criaturas, se podía distinguir las partes de piel podrida que les faltaba en sus cuerpos, sus ojos tenían una mirada feroz, sus venas se marcaban claramente en sus caras y pequeños chorros de sangre caían de sus bocas. En ese momento se sentía como si estuviera en una pesadilla de la que no podía despertar, admitía no haberse tomado seriamente lo dicho por su hermano, era muy difícil imaginarse cosas que solo salían en las películas, allí, en la vida real.

Leon la vio taparse el rostro con las manos, seguramente estaría llorando. La abrazó fuertemente durante unos pocos segundos.

-Tranquila, todo va a salir bien, te lo prometo- le susurró al oído. Inconscientemente, esas palabras la tranquilizaron bastante mas de lo que parecía, debía seguir adelante, recuperó la compostura y salieron de la casa agarrados de la mano.

-¡Sherry!- gritó Sarah, se había dado cuenta de que al hacer que Leon entrara a por ella, le condujo a dejar a la pequeña sola por unos instantes y había desaparecido, no estaba allí.

-No grites- le advirtió Leon tapándole la boca con su mano libre- están cerca, si gritas, los atraerás a todos. Sígueme.

Dieron una vuelta alrededor del coche, no debían perder los nervios encontrarían a Sherry, si se la habían llevado, no estarían lejos de allí.

Sin más remedio subieron al vehículo, poniéndolo en marcha, el coche se movió hacia atrás, captando la atención de varias “personas”.

-¡Mira, es Sherry!- volvió a gritar Sarah dentro del coche muy emocionada, por haber encontrado a la chiquilla- la subiré al coche- abrió la puerta y bajó deprisa, sin darle tiempo a su hermano a decir nada.

Sarah se acercó deprisa hasta situarse frente a la niña, que estaba tumbada en el suelo un poco desconcertada, la ayudó a levantarse y la abrazó con ternura- ahora saldremos de aquí, ya lo verás.

-¡Sarah!- la avisó la niña todavía entre sus brazos, las estaban rodeando por todos lados, en esos momentos le era imposible entrar en el coche.
Leon desde dentro, al ver la situación, disparó unas cuantas de veces, atravesando el cristal delantero, pero sin fallar un solo tiro, haciendo que impactaran contra los enemigos que tenían prácticamente encima.

-¡Vamos, subid!- Teniendo el camino despejado, entraron, o mas bien dicho, se tiraron a los asientos de atrás- ¡Nos vamos de aquí ahora mismo!- pisó el acelerador con todas sus fuerzas, aplastando a dos de los vecinos que pretendían subir también con ellos.

-¿Estabas escondida bajo el coche?- preguntó Leon a Sherry, cuando ya se hubo incorporado.

-Si…el señor Stephen me agarró a través de los arbustos, no estaba infectado, y le dije que esperara conmigo hasta que volvierais, pero no me hizo caso y salió corriendo por el jardín. Entre unos cuantos lo acorralaron y…….- no pudo evitar llorar, solo parecía tener recuerdos tristes en su cabeza.
Sarah la volvió a abrazar para tranquilizarla, ahora entendía lo difícil que había sido para ella, una infancia demasiado dura para una niña de diez años.

-Buscaremos un lugar seguro, no os pasará nada, os lo prometo.

Condujo hasta las afueras de Londres, a través de las largas carreteras, en el horizonte se podía distinguir el sol asomando poco a poco, ya eran las seis de la mañana y un duro día les esperaba  a la vuelta de la esquina.


Espero que os haya gustado este capítulo, supongo que os habreis dado cuenta de que mi fic no contará solo la historia de un personaje, sino que contaré en cada capítulo de uno de ellos. En el próximo, continuaremos con Claire. Por otra parte, espero que no os haya importado el haberme inventado a Sarah jejeje me pareció que quedaría mejor así.

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